La gracia en la crianza  – un desafío de amor incondicional

Foto del autor
Written By Eric Ramirez

Lorem ipsum dolor sit amet consectetur pulvinar ligula augue quis venenatis. 

Amar cuando no es fácil… también es amar

Como padres, muchas veces nos enfrentamos a situaciones que ponen a prueba todo lo que creemos saber sobre el amor. Cuando nuestros hijos se muestran tiernos, agradecidos o cooperativos, es natural responder con afecto y comprensión. Pero… ¿qué sucede cuando su comportamiento nos confronta, nos irrita o incluso nos desborda?

En esos momentos difíciles es donde nace una forma de amor que no siempre sabemos nombrar: la gracia. No la gracia superficial que halaga o suaviza, sino esa gracia profunda que decide ver el alma por encima de las acciones. La gracia que elige mirar más allá de lo aparente, para reconocer lo que el corazón del niño aún no puede expresar con palabras.

Ver con el corazón cuando los ojos no alcanzan

Hace unos días, tuve una conversación íntima que me llevó a reflexionar sobre esto con más profundidad. Pensé en mi hija, Sofía. Es intensa, libre, con una fuerza que a veces desafía los límites que el mundo espera de ella. Esa intensidad ha llevado a que algunos la etiqueten: “difícil”, “egoísta”, “rebelde”. Palabras que duelen. Pero que, sobre todo, no capturan su esencia.

Porque Sofía no es sus comportamientos. Es una niña con un mundo emocional inmenso, que aún está aprendiendo a navegar su sensibilidad, su voluntad, su deseo de ser vista tal como es. Y eso, a veces, se manifiesta en formas que resultan incómodas para los adultos. Pero yo, como su padre, no estoy aquí para juzgarla, sino para sostenerla.

Con mi hijo Eric, todo fluye con más suavidad. Él es tranquilo, afectuoso, de gestos dulces y fáciles de interpretar. Es hermoso acompañarlo. Pero este contraste no hace que ame a Sofía menos. Al contrario, me invita a amar de manera más consciente, a elegir amar cuando me cuesta, a permanecer cerca cuando ella más me necesita, aunque lo exprese de formas difíciles.

La gracia es elegir ver lo invisible

En la crianza, actuar con gracia significa amar incluso cuando no hay gratitud inmediata. Significa ver más allá del grito, del berrinche, de la resistencia, y preguntarnos: ¿Qué está sintiendo mi hijo? ¿Qué está necesitando y no sabe cómo pedir?

Esa es nuestra misión como padres: convertirnos en refugio, no en juez. Porque los niños no necesitan etiquetas; necesitan ser comprendidos, incluso en su caos. No necesitan ser corregidos desde la exigencia, sino guiados desde el respeto y el amor.

Quiero que Sofía crezca sabiendo que su valor no depende de su comportamiento. Que puede tener días difíciles y seguir siendo amada profundamente. Que puede fallar y seguir siendo digna de ternura. Que no necesita encajar en moldes para ser abrazada por completo.

Amar en todo momento: el compromiso más sagrado

La gracia en la paternidad no es permisividad ni resignación. Es firmeza con presencia. Es marcar límites desde la calma. Es escuchar incluso cuando queremos gritar, y permanecer incluso cuando queremos huir.

Actuar con gracia no es ser perfectos. Es estar dispuestos a crecer junto a nuestros hijos. A convertir cada desafío en un puente, no en una barrera.

Hoy más que nunca, el mundo necesita padres y madres que amen desde la raíz, no desde la condición. Que vean a sus hijos como almas en formación, no como proyectos que deben ser corregidos.

Y tú, ¿alguna vez has sentido que el verdadero reto es amar justo cuando te cuesta más?

Deja un comentario